miércoles, 29 de septiembre de 2010

Bailar Chamamé



Bailar es darle forma a la música y sentido a las palabras.
Cuando las palabras no bastán o se terminan, los gestos hablan por nosotros. El lenguaje del cuerpo, tiene una de sus máximas expresiones a través de la danza. Danzar libera, carga de sentido las acciones, la música y la poesía hecha canción toman cuerpo y alma en la expresión sentida del baile.  modelan un lenguaje universal, que atraviesa todas las frontes. No conoce credos, ni idiomas. La danza lo dice todo sin articular palabra. Pués cuando bailamos, cada rincón de nuestro cuerpo expresa.
Cuando bailamos chamamé, repetimos el ritual heredado por la sangre, nadie nos enseñó, lo sabemos. Corre por nuestras venas y nos hace conectarnos con antepasados milenarios, con la sabiduría que sedimenta  nuestro paso por esta tierra. Si decimos que el chamamé es una forma de vida, bailar es una expresión del espíritu. El músico lo hace a través de la ejecusión de su instrumento, el poeta carga de sentido las palabras que vuelven con significados enriquecidos. El bailarín pone su cuerpo en la interpretación, y ya la música y la poesía hecha canción se hacen carne en la danza, a través de ese dialogo, se baila en el tiempo y el espacio eterno, porque se recuperan voces, formas, pasos y tomas heredades, pero que a la vez son re-adaptadas por cada bailarín, que le da expresión a su alma.
Cada encuentro, cada ocasión, son un enlace de ritualidad y esto hace que se resignifique el baile, casi nunca se interpreta igual (a menos que sea una coreografía muy ajustada y ni así me atrevería a decir) un chamamé, porque a la vez, el contexto recreará un vez más la modalidad del intérprete.
En la danza hay que poner el cuerpo y el alma, exteriorizar los sentimientos para comunicar lo que todas las palabras no pueden decir a la vez.            

No hay comentarios:

Publicar un comentario