jueves, 27 de enero de 2011

Entrerrianos nuevamente dictan los cursos de Danzas del litoral en Cosquín




Entre Ríos nuevamente esta representada en el Cosquín cultural, a través del dictado del Taller de danzas Litoral que se lleva a cabo desde el 24 hasta el 28 de enero en el teatro del Alma encantada de Cosquín.
Convocados por la Cultura Municipal de Cosquín y en el marco de los 51 años del Festival, las actividades culturales que se realizan en la capital nacional del folclore cuentan con Talleres de danzas de las diferentes regiones del país y este año como ya sucedió en el 2010, los profesores federalenses Claudia García y Eduardo Flores tienen a su cargo el dictado de los talleres de danzas de nuestra región litoraleña (http://www.aquicosquin.org/descargar/Talleres%20Culturales.pdf).
Coautores del libro “El Chamamé se baila así” –ed. Entre Ríos,-, conjuntamente con el correntino Enrique Piñeyro, los profesores continúan investigando, dictando cursos y están prontos a una nueva publicación de rescate de danzas regionales.
El taller de Cosquín cuenta con una numerosa concurrencia de argentinos, uruguayos y una norteamericana que interesada por las danzas de nuestro país realiza el curso atraída por la modalidad de las danzas litorales (de enlace).
Los profesores expresaron su satisfacción a la Comisión de Cosquín por haber sido “convocados nuevamente al dictado de los cursos”, además dijeron que “la danza litoral, en especial el Chamamé, genera una enorme complacencia en los participantes que descubren una nueva danza que no solo tiene variedades de interpretación musical sino también en la ejecución misma del baile y en la puesta en escena de cuadros argumentales que se apeguen más a la idiosincrasia del hombre de nuestra región”.

Cosquín 23 de enero de 2011

viernes, 26 de noviembre de 2010

Así reflejaban los medios de Federal el galardón obtenido por nuestro Libro, por el Festival Nacional del Chamamé y por los músicos Silvia Teijeira y el grupo RENUEVO. Premios UNO

“NOS SENTIMOS ORGULLOSOS DE TENER EL DESARROLLO QUE TENEMOS EN CUANTO A LA CULTURA”
 
Lo expresaba el Presidente Municipal Juan Carlos Lucchessi en la noche del jueves en el Teatro 3 de Febrero de la capital entrerriana, donde se realizó la entrega de los premios Escenario del matutino diario UNO. El festival del Chamamé fue reconocido como unos de los mejores escenarios de la música popular, el libro “El chamamé se baila así en el litoral Argentino” y el grupo "Renuevo" de la ciudad de Federal. Una noche muy especial que posiciona con mucho prestigio la cultura de los federalenses. INFORME E IMÁGENES RUBÉN OSCAR MUÑOZ CORRESPONSAL CIUDAD DE PARANÁ.
 Fuente: www.federalaldia.com.ar
Juan Carlos Luchessi nos expresaba lo que significa este reconocimiento para la ciudad de Federal.
“Esto significa mucho porque por los que saben lo que significa el festival, la  esencia del mismo, el esfuerzo que realiza el pueblo de Federal para sostener un festival por tantos años. Que sigue manteniendo la jerarquía, el nivel, la categoría, realmente es valorable y agradecemos infinitamente que estemos en esta consideración de un diario tan importante, en cuanto al desarrollo de la cultura que realiza la ciudad de Federal”.
Este reconocimiento anticipa lo que será el festival del chamamé en el 2011.
“Como todos los años nos estamos preparando, anoche precisamente hubo reunión del festival que la venimos haciendo como es habitual mucho tiempo antes del festival propiamente dicho, para aceitar todos los detalles en cuanto a números artísticos, presentación de escenario, de predio, tratando de seguir con la jerarquías que tiene nuestro festival”.
Todos los reconocimientos que recibirá Federal en esta noche en el ámbito cultural, posiciona a nuestra ciudad con mucho prestigio.
“Naturalmente esto habla de todo el desarrollo cultural que tiene nuestra región de Federal, en este aspecto nosotros nos sentimos orgulloso de tener el desarrollo que tenemos en cuanto a la cultura y específicamente a esto que es tan nuestro, tan criollo como es el chamamé”.
El libro “Así se baila el chamamé” de Enrique Piñeiro, Claudia García y Eduardo Flores fue reconocido por diario UNO con una mención especial.

El profesor Eduardo Flores se manifestaba sobre el significado de este premio.
“La verdad que fue un placer cuando nos avisaron, no estábamos esperando esto, fue como un empujoncito, una ayuda, un alimento al alma, después de tanto trabajo y de tanto sacrificio, de tanto pelear que haya un reconocimiento de este tipo nos alegra mucho”.

Toda una trayectoria para Claudia García como profesora y que sea reconocido de esta manera tan especial.
“Si, es como decir por fin alguien nos está mirando no?, porque por ahí uno rema, rema y rema en cultura, y muchas veces los reconocimientos no vienen y menos por los lugares que uno espera. Entonces  esto que seas visible, en un lugar como la capital de la provincia, desde un lugar como los premios Escenario y estar con otros colegas, que la vienen laburando y remando como nosotros, digamos que es sumamente interesante. Máximo cuando nuestro libro no llega a ser literatura, es un aporte cultural, es una investigación de la que se hacen pocas no solo en la provincia, sino también en el país, entonces cuando a uno lo reconocen en la provincia es sumamente importante, que mínimamente le da fuerzas para seguir haciendo, a seguir trabajando”.
Los profesores nos adelantaron un próximo libro en el cual están trabajando en conjunto con Enrique Piñeyro, en un rescate de danzas que involucra algo muy nuestro como la chamarrita y el tanguito montielero. Tendrá una investigación sobre ritmos como charanda y rasguido doble, que se están perdiendo de los escenarios. Y quizás vuelvan a estar en Cosquín 2011 representándonos.


Jesús Valentín Aránguiz integrante del grupo Renuevo que estuvo presente para recibir el premio revelación, le expresaba a Federal al Día sobre esta noche tan especial, comenzando por un resumen de la conformación del grupo.
“Más allá que cada uno tiene su trayectoria, la mayoría hemos aprendido o nacido musicalmente bajo el mando de Fernando Navarro, la mayoría de los integrantes. Un día armamos un grupo como Renuevo, también con bandoneón, dos guitarras y bajo, hasta que un día decidimos sumar a Fernando y conformamos lo que somos hoy, con mas de dos años de trabajo”.
Algo que no se esperaban era este reconocimiento con dos años de trabajo.
“La verdad que no, es algo inesperado, quizás sabíamos que en algún momento iba a llegar, pero nos sorprendió y gratamente”.
Como espera y proyecta el futuro el grupo Renuevo.
“La verdad que muy bien, esto nos va incentivar sabemos que no podemos quedarnos quieto, menos ahora con este apoyo, más el apoyo que recibimos de nuestro pueblo y de nuestra gente, de toda la gente que nos quiere y principalmente de nuestras familias. Las expectativas son buenas para el año que viene”.
Felicitaciones a nuestro festival y toda la gente que hace grande la cultura de nuestra tierra. (Federal al Día)

RECONOCIMIENTO A LA CULTURA FEDERALENSE CUATRO PREMIOS PARA FEDERAL El Teatro 3 de Febrero aovaciono en la 6º Edicion de la entrega de los premios Escenario del Diario Uno, a Federal cuando llego el momento de reconocer el esfuerzo por mantener la cultura litoraleña en lo mas alto. Fuente: www.fmcienfederal.com 


 
Ademas del reconocimineto al Festival Nacional del Chamame, cuyo premio fue entregado por el Lic. Roberto Romani al pte. de la Comision permanente e Intendente de Federal, Juan Carlos Lucchessi, fueron galardonados los profesores de danzas folcloricas Claudia Garcia y Eduardo Flores por el trabajo literario "El Chamame se baila asi". En cuanto a la musica el joven Arangui recibio lo propio en representacion del grupo revelacion "El Renuevo" y tambien la pianista Silvia Teijeira obtuvo el reconocimiento por el mejor trabajo discografico. Asi Federal una vez mas se destaca en la cultura entrerriana defendiendo las raices y el continuo aporte desde cada una de las ramas que forman el frandozo arbol chamamecero.
Asi el Diario Uno distinguio a nuestra comunidad y el publico presente respondio con un cerrado aplauso.

viernes, 8 de octubre de 2010

Una colaboración de Gonzalo Abella: FAntasmas (Cuento)

Compartimos con ustedes este relato que nos envia Gonzalo Abella y su esposa Isabel.
 
Cuento corto

Fantasmas

Desde que le anunciamos por teléfono nuestra visita y la llegada a su establecimiento rural pasaron seis meses. No es nuestra culpa de que su estancia quede tan alejada de  las rutas que transitamos usualmente. De todos modos, su respuesta había sido concisa y clara:
-Vengan cuando quieran. La puerta siempre está abierta. Difícil que yo no esté. Si no me ven es que estoy por los potreros  revisando alambrados o trabajando con los animales. Están en su casa; así que entran y me esperan. Y si no contesto el teléfono… el “rurancel” ese, no se preocupen. Ni lo oigo a veces. Queda colgado en cualquier lado…
Fama de hombre solitario y tranquilo tenía Crispín Quijano. En el pueblo más cercano, estación  Peralta, todos lo querían y muchos le debían favores. Fue allí donde nos recomendaron, a mi esposa y a mí, visitarlo para conocer historias de luces malas y aparecidos.
Los dos hijos de Crispín, ya casados, viven en Montevideo desde hace años. El hombre había quedado solo.
Y al fin, seis meses después de lo anunciado, mi esposa y yo llegamos y allí estaba el viejo, flaco y barbudo como nos lo habían descrito, sentado en un banco bajito a la puerta de las casas, cebando mate de un termo que reposaba junto a sus pies y que tenía una calcomanía del caudillo Aparicio Saravia.
Habíamos entrado por un inmenso potrero que anunciaba el “Establecimiento La Baguala”; y ya acercándonos a las casas nos había llamado la atención la ausencia de perros, esos compañeros imprescindibles del trabajo con el ganado.
La antigua estancia era como tantas de esa zona que aún no ha invadido el monocultivo forestal, esa macha maligna que ahuyenta la vida y ahuyenta memorias. Por suerte, ni sombra de monocultivos cerca de “La Baguala”. El paisaje alrededor sigue intacto.
La construcción central era una antigua edificación de un solo piso en forma de U, rodeando un jardín muy descuidado con un jazminero y un rosal que escoltaban el aljibe. Era imprescindible una poda y un corte del césped, pensé.
El anciano aparentemente nos reconoció tan rápidamente como nosotros a él. Esperó que nos aproximáramos, tomó su termo y mate y, sin saludarnos siquiera, nos dio la espalda y entró a un inmenso comedor donde se sentó en un extremo de la mesa, frente a nosotros. Allí quedó como esperándonos.
Miré a mi esposa, entramos y nos sentamos también, como aceptando las reglas del inesperado ritual. 
Y Crispín no se hizo rogar para pialar memorias y testimonios.
Sus relatos sobre “aparecidos” al principio no nos  aportaron mucho de nuevo. Confirmaron, con ligeras variantes, las historias sobrenaturales del lugar que ya conocíamos.
De su silencio inicial, Crispín había pasado a un relato lineal, lento, casi inexpresivo, donde una anécdota se ataba a la siguiente casi sin dejarnos respirar.
Sí, le confirmábamos, por supuesto sabíamos ya que esa zona estaba muy próxima a los potreros de la masacre contra los charrúas en 1831. Sí, sabíamos de las maldiciones que caían sobre las familias que ocuparon las tierras indias. Habíamos oído de aquel joven terrateniente que se jactaba de guardar los huesos de los indios masacrados por sus ancestros, y cuya avioneta cayó inexplicablemente de nariz en el Río Negro. También sabíamos que la brújula enloquecía en los antiguos lugares sagrados y que la batería de las filmadoras se agotaba antes de filmarlos. Que lo mismo ocurría con el motor de los automóviles de los arqueólogos que venían a buscar huesos humanos como quien busca dinosaurios. Que el viejo Bonifacio había tapiado las paredes de la habitación donde habían sido asesinadas familias charrúas pues no soportaba los gritos que se oían por la noche. Sabíamos de los galopes espectrales y del relinchar de caballos en los potreros vacíos. Ante cada relato asentíamos con la cabeza pero él seguía contando.
Tomaba mate sin ofrecernos, y nosotros bebíamos del nuestro. 
Al final mi esposa, suave pero con firmeza, lo interrumpió y forzó una pregunta:
-¿Y por aquí cerca? ¿Y en este mismo establecimiento…?
El anciano miró por encima de nuestras cabezas y contestó:
-Acá, claro, hay presencias. Mis hijos las sienten. Por eso ellos no se quieren quedar por la noche. Estas presencias…Vivieron aquí antes que nosotros. Son una familia y ahora que volvieron todos se reúnen en esa otra pieza. Tienen derecho. Cada cual tiene sus recuerdos ¿no es? No me molestan. No son almas atormentadas. No tienen culpa: esa familia compró “La Baguala” mucho después de la masacre, y la vendió a mis padres hace apenas medio siglo. Somos inocentes. Podemos estar juntos y en paz.   
-¿Y qué dicen sus hijos, don Crispín…?
-Mis hijos vienen por el día, pero no se quedan a dormir aquí. Van a lo del primo en Paso de los Toros. A ver… esperen un poco…
Salió de la habitación sin avisarnos. Permanecimos en silencio observando el descuido, el abandono de la habitación. Volvió casi sin ruido y nos dijo:
-Tengo qué hacer… Pueden quedarse esta noche, si quieren…
Y volvió a perderse en el pasillo.
La idea de quedarnos esa noche era seductora  No había aroma de alimentos en cocción,  ni ropa de cama a la vista en los catres que asomaban en el cuarto vecino, pero traíamos sobres de dormir y todo lo necesario para una noche de campo. Pensamos en quedarnos pero también en los trescientos kilómetros en ruta y los compromisos en Montevideo la mañana siguiente. La lógica, tan neurótica y tan urbana, pesó más en nosotros que la magia del lugar. Mi esposa y yo nos hicimos una simultánea señal negativa con la cabeza.
Don Crispín no volvía. Afuera ya era noche. ¿Debíamos esperarlo? No había sido muy cortés, después de todo. Asomándome al pasillo interior, que comunicaba la hilera de piezas, grité:
-Don Crispííín ¿Me oye? Gracias por todo; tenemos que irnos. ¡No se moleste en despedirnos! Hasta muy pronto…
Me encogí de hombros y mi esposa lo hizo también, como un espejo.
El motor encendió en seguida y las luces largas violaron el encanto de la noche.  Otra vez los potreros inmensos, y la luna acompañándonos hasta dejar los caminos pedregosos y entrar en la ruta hacia el Sur.
En la estación de servicio de Paso de los Toros  paramos para llenar el termo con agua caliente y cargar el tanque de nafta. El muchacho del servicio nos conoce bien.
-¿Y  de dónde viene ahora?
-De acá cerquita,  de la estancia La Baguala.
-Qué raro… No vi pasar a los hijos de Don Crispín. Siempre paran a saludarme cuando vienen a la estancia. Porque mi padre fue capataz allí… Bueno, yo me crié con ellos.
Iba a interrumpirlo para aclararle que no fueron los hijos, que había sido el  viejo quien nos atendió, pero mi mujer, más intuitiva, me apretó la mano y me detuvo. Entonces el muchacho continuó su reflexión:
-…Pero no los veo desde… ¿A ver? Claro, un mes ya. Cuando enterramos al viejo Crispín Quijano. 

nota del autor:
(Felicitaciones a Eduardo, y a vos por el trabajo realizado, tantro por su aspecto de investigación como por su enfoque estético y pedagógico. Sin duda felicito también al alma de ese Antonio que ustedes mencinan tanto.
Los pueblos originarios más que trueque hacían reciprocidad; es decir, no calculaban el valor material de cada objeto de intercambio sino el afecto que había rodeado su elaboración. Por ello te enviamos un cuento breve que resume la magia de nuestro trabajo investigativo de veinte años. Si querés compartirlo, publicarlo, o guardarlo como curiosidad, es tu decisión. Si preguntás sobre su contenido adelanto una respuesta: por favor, digamos que es sólo fantasía. Es mejor así.
Gonzalo Abella)

viernes, 1 de octubre de 2010

Esta nueva edición el libro trae DVD

En esta segunda edición del libro "El Chamamé se baila así en el litoral argentino" Ed. Entre Ríos. (García- Piñeyro- Flores), agregamos un DVD que compila todos los pasos que rescatamos de la danza chamamecera. Los enlaces, zapateos y zarandeos también estén explicados en el video. La idea que perseguimos es que, más allá de lo que está escrito se puedan ver en detalle, las evoluciones de los diferentes pasos, con una metodología de enseñanza neutra. Es decir, pasamos los pasos vacíos de la impronta que en cada lugar, que con cada tema musical y cada bailarín en particular, le agregará al paso en la interpretación. 
Es valioso recordar que nunca se baila de la misma manera, pues en la ejecución de una danza entran en juego muchos sentimientos que acompañan la interpretación, el ritmo, el espacio-tiempo, la ocasión, etc.
Por eso nosotros siempre aseguramos que hay tantas formas de bailar como bailarines. Pero lo que si existe, es una serie de pasos básicos o movimientos de coordinación  de pies, dentro de los cuales la danza se interpreta y son los que hemos rescatado y compilado en el libro.
Para adquirirlo los invitamos a comunicarse con: chamamefederal@gmail.com  o claudiaendanza@hotmail.com

"El Chamamé se baila así en el litoral argentino" (2da. edición)

La reedición del libro "El Chamamé se baila así en el litoral argentino", ed. Entre Ríos, 2010, es un sueño cumplido dos veces. La primera vez fue cuando salio en 2005 (primera edición), luego de un largo trabajo de campo y de acumular conocimientos, experiencias, documentación, entrevistas y nuevos amigos. La investigación cultural implica una gran aventura, pues la mayoría de nuestro acervo litoral se encuentra en la sabiduría popular oral. Trasladados de generación en generación, de abuelos a padres y de ahí, a los hijos, llegan con variaciones singulares hasta nuestros días.
Recopilar este abanico de conocimientos implica mucho tiempo y máxime cuando la corroboración es de base oral, pues cada personalidad pone su impronta en el relato, esto es lo que hace tan rica nuestras tradiciones. 
La música, la danza y el baile, son parte importante para mantener a resguardo las historias de nuestros antepasados. Allí permanecen guardadas identidades de nuestros pueblos dueños de la tierra, de la conquista, de las misiones, de las guerras civiles, de los esclavos africanos, ritmos que resuenan a continentes extraños pero que una vez que se arraigaron en nuestras tierras, se multiplicaron en nuevas melodías que ilustraron  y enriquecieron los ritmos de nuestro folclore. 
Pese a que la cultura no tiene fronteras legales, ni se impone por decreto territorial, responde a la impronta de la gente que la crea y la recrea, que le da su territorio de asentamiento. Es humano comunicar con dibujos, con gestos y palabras, pero las danzas, la música y la poesía comunican formas de pararse en el mundo, de darle forma a los sentimientos. Espacios territoriales que son compartidos por la población mundial. La música llena el espíritu de melodías que provocan cosas, que impulsan hechos como la expresión a través de la danza. Ese lenguaje que interpreta el cuerpo no necesita traducciones, se basta a si mismo para comunicar sentido. 
Por eso es muy importante para nosotros, rescatar la raíz de nuestras danzas. El sentimiento que le pone  el criollo de estas tierras, cuando un domingo, después de una fatigada semana de trabajo duro entre montes o esteros, se calza su mejor pilcha y se lanza al lugar del encuentro. Allí, con la característica mansedumbre que acostumbra a nuestra gente, se organiza con lo que hay, una musiqueada entre acordeones y guitarras, algunos se animan y cantan, otros porsupuesto, se lanzan a la pista a mostrar lo que saben y principalmente disfrutan expresar: Bailar. 
El baile es un goce del espíritu, nadie se lo enseña a nuestra gente, esto se aprende sólo. Como también aprenden las melodías los intérpretes de acordeones y guitarras; como también permanecen en la sabiduría del pueblo canciones anónimas que se repiten una y otra vez. Son las voces de la cultura, son las voces de lo que hace a nuestra vida. Por eso la importancia de rescatarlas y documentarlas, porque perdidas ya no habrá marcha atrás. 
En nuestro libro intentamos eso, rescatar y documentar para que no se pierda, pero principalmnte para que todo aquel que no es del litoral, sepa que nuestra cultura y tradiciones (desde el asado y el mate, a la música y la danza) son sinónimo de nuestra forma de pararnos en el mundo, no sólo la versión vertiginosa de un CD de moda.
Claudia García                    

miércoles, 29 de septiembre de 2010

Chamamé que se eleva (Coqui Ortíz)

 

Compartimos este tema de "Coqui Ortíz", un excelente canta-autor e intérprete chaqueño. Su melodía y su letra lo dicen todo.  

Bailar Chamamé



Bailar es darle forma a la música y sentido a las palabras.
Cuando las palabras no bastán o se terminan, los gestos hablan por nosotros. El lenguaje del cuerpo, tiene una de sus máximas expresiones a través de la danza. Danzar libera, carga de sentido las acciones, la música y la poesía hecha canción toman cuerpo y alma en la expresión sentida del baile.  modelan un lenguaje universal, que atraviesa todas las frontes. No conoce credos, ni idiomas. La danza lo dice todo sin articular palabra. Pués cuando bailamos, cada rincón de nuestro cuerpo expresa.
Cuando bailamos chamamé, repetimos el ritual heredado por la sangre, nadie nos enseñó, lo sabemos. Corre por nuestras venas y nos hace conectarnos con antepasados milenarios, con la sabiduría que sedimenta  nuestro paso por esta tierra. Si decimos que el chamamé es una forma de vida, bailar es una expresión del espíritu. El músico lo hace a través de la ejecusión de su instrumento, el poeta carga de sentido las palabras que vuelven con significados enriquecidos. El bailarín pone su cuerpo en la interpretación, y ya la música y la poesía hecha canción se hacen carne en la danza, a través de ese dialogo, se baila en el tiempo y el espacio eterno, porque se recuperan voces, formas, pasos y tomas heredades, pero que a la vez son re-adaptadas por cada bailarín, que le da expresión a su alma.
Cada encuentro, cada ocasión, son un enlace de ritualidad y esto hace que se resignifique el baile, casi nunca se interpreta igual (a menos que sea una coreografía muy ajustada y ni así me atrevería a decir) un chamamé, porque a la vez, el contexto recreará un vez más la modalidad del intérprete.
En la danza hay que poner el cuerpo y el alma, exteriorizar los sentimientos para comunicar lo que todas las palabras no pueden decir a la vez.