viernes, 5 de febrero de 2021

Ovejas, Esquila y Lana

LA LANA

 ¿Quién no oyó decir que los corderos del norte entrerriano son los más ricos? Que por las pasturas, que por esto y lo otro. En fín, los que vivimos en aquellas zonas comemos mucho cordero. Pero no es lo principal de nuestra región, por lo menos la explotación de la carne ovina, como sí lo fue hasta hace un tiempo, la lana. 

La extracción de la lana, generaba un gran movimiento económico y laboral, pues quién tenía las tijeras y los esquiladores; gente especialista en cortar cuidadosamente la lana sin lastimar a las ovejas, era muy requerido y daba mucho trabajo. Las cuadrillas llegaban a las casas de campo y se instalaban para realizar sus labores. Se acondicionaban unos galpones con catres y las mujeres de los hogares eran las encargadas de la cocina para esa familia extendida, cuyo albergue dependería de la cantidad de animales a esquilar. Muchos tenían sus propios cocineros (ese era otro escalón de organización). Los hombres de la casa se sumaban a la "esquila", con el ojo perspicaz del amo que cuida a sus animales y que apenas salidas del apriete, revisaban y curaban algún descuido de tijera. 

Los altos en la esquila eran el momento para la comida compartida, esos estofados cargados del campo que sólo un cuerpo acostumbrado soporta ingerir. Pues son tantas calorías juntas de una sola vez y sin frío exterior, que hay que estar preparado. 

Hay quienes cuentan que en las grandes estancias, el patrón o encargado de llevar adelante la esquila, se paseaba con unas chapitas de metal en el bolsillo, las que iba entregando al esquilador por cada oveja que terminaba. Así los más rápidos, cobraban más. Con los años, llegaron las máquinas esquiladoras, un cambio feroz que no solo alivianó el trabajo para los hombres, sino que lo aceleró en tiempo. La técnica dio lugar a la tecnología. Con esto se redujo mucho la cantidad de manos necesarias para las cuadrillas de trabajo, ya que ahora dependía de la cantidad de máquinas para operar.  

Pero me quiero detener en los tiempos en que la gente era necesaria en las labores rurales, esas que hacían que se compartiera el trabajo y se heredaran saberes. No es que esté en contra de los avances tecnológicos, pero muchos vinieron a expulsar la gente del campo y reducirlas a los cordones de las ciudades, donde sus saberes son casi inaplicables. Obligando a familias enteras a vivir en condiciones paupérrimas y fuera de "su lugar", donde sabe y conoce cómo trabajar. Se preguntaron alguna vez ¿Qué haríamos nosotros, acostumbrados a proveernos en el supermercado de todo, si nos dejaran solos en el campo?. 

Regresemos al pasado... "La pisada de la lana". ¡Qué momento!; esos vellones salidos del cuerpo de las ovejas, se trasladaban a unas estructuras que eran: un aro de hierro sobre 3 o 4 patas de 2 metros de altura (yo era chica, los veía como gigantes, puede que sean más bajos) y de ese aro se colgaba las bolsas de alpillera para ir apretujando la lana. El trabajo del pisador era un tanto engrasado, ya que pisaba la lana dentro de esa bolsa para que quede lo más compactada posible. Una vez llena, se soltaba de esa estructura circular y se la cosía con una aguja enorme. Las bolsas de alpillera que vemos,  cuidadosa y sabiamente acomodadas en la foto de portada, eran y son la culminación del trabajo.     

Sabiamente la gente sabía acomodar o estivar esas bolsas, que luego se trasladaban hasta el acopiador. La venta de lana ha sido una gran estrategia de trabajo y de sobrevivencia para nuestra gente de campo, siempre aportan al sustento familiar, entre tantas otras labores que practican los pequeños y medianos productores de nuestra tierra. Hoy y desde hace una año, la lana no tiene precio, quiere decir que todos la tienen guardada en sus casas porque nadie la quiere comprar. Me explicaba un conocedor del tema, que esta problemática es cíclica, pero como siempre afecta más a quien le representa una entrada de dinero familiar. Imaginemos tener 2 años un capital, por chiquito que sea, parado sin generar un centavo.

 Bueno, les dejo un recuerdo del ayer para pensar el presente.   

CG

martes, 2 de febrero de 2021

La Trilla. Imágenes del Pasado para pensar el presente.


 LA TRILLA


Hace unos años, una querida profesora de historia de Federal, Alicia Oviedo, me prestó un par de fotos de su familia. Entre esas imágenes geniales aparecía esta, de una trilla. 

Inmediatamente me puse a analizar los componentes de tan inmensa postal de época. El Trabajo del Campo siempre fue un lugar de encuentro y colaboración, esto aún existe en nuestras zonas rurales, donde los dueños de los campos se conocen, sus familias son vecinas, se cuidan entre ellos y colaboran en los trabajos que demandan manos extras. Esto que hoy aparece como extraño, en un mundo individualista y mercantilizado al extremo, era moneda corriente en el campo, en las zonas rurales principalmente de mi provincia de Entre Ríos y de las vecinas hay varias historias parecidas. 

Más allá de rescatar estas historias de otras épocas, pongamos especial atención en la cantidad de gente que se necesitaba para realizar una trilla o cosecha. 23 personas alcanzo a contar, entre algunos carretones tirados con tracción a sangre. Que lejos hemos quedado de esto, hoy una sola máquina y 2 o 3 personas, han reemplazado a toda esta mano de obra. No voy a entrar en los aspectos de medir qué pasó con esa gente que fue quedando fuera del sistema de trabajo del campo por el avance de la tecnificación, ni si fue malo o bueno. Sólo quería compartir y reflexionar juntos, lo que sucedía en estas juntadas de trabajo rural. Y en lo que eso generaba: el encuentro, la celebración y por supuesto la circulación laboral. 

Imágenes del pasado para evaluar nuestro presente. 

Claudia Garcia 

 

VIDEO DANZA CHAMAME


IMPLORACIÓN 
Chamamé de Salvador MIQUERI 
(TRÍO COCOMAROLA)


 
Bailarines: Claudia Garcia- Nahuel Gómez Piacenza 

Les Compartimos este chamamé de Salvador Miqueri, una excelente poesía que valía la pena desempolvar para ponerle coreografía desde una interpretación en el cuerpo, que pasa por lo romántico y el sentir de nuestro chamamé regional conocido como canguí.