jueves, 20 de noviembre de 2025

 “Danzas del Litoral en red: cómo un libro tradicional se convierte en experiencia transmedia con QR, hipermedialidad y prosumidores”

Cuando el Litoral puede bailar en red desde la propuesta contenida en el tradicional libro impreso (también digital) pero cargado de hipertextos, QR y translectores que hacen de Danzas, Bailes y Costumbres del Litoral Argentino una obra única.

Presentación del libro en redes: Danzas, Bailes y Costumbres del Litoral Argentino


 La cultura es movimiento: danza, gesto, ritmo… pero también lectura. En las últimas décadas, como señala Carlos Scolari, hemos asistido a un “terremoto comunicacional” donde el libro dejó de ser un objeto cerrado para convertirse en una puerta hacia redes, videos, audios e interacciones. Hoy, los lectores ya no se quedan en la página: saltan, conectan, remixan.

En este contexto, Danzas, Bailes y Costumbres del Litoral Argentino se presenta como un libro que encarna, desde su propia materialidad, una forma evolucionada del hipertexto: cada capítulo dialoga con videos, testimonios y redes sociales a través de códigos QR que expanden la experiencia más allá del papel o de la pantalla en la versión digital.

Este análisis propone comprender esta propuesta editorial desde la teoría de las mutaciones mediáticas de Scolari, las narrativas transmedia y el concepto del translector. Porque básicamente este es un libro de bailes, que aborda a la danza en su función social y desde ese concepto ya implica una materialidad migrada al contexto de observación - aplicación. 

Generar algo disruptivo, en un formato que aborda un rescate de lo antiguo, tradicional y cristalizado, presenta un desafío para las presentaciones del texto en las redes y presencialmente. De esta manera se busca llamar la atención utilizando un formato que dialoga con la IA y la interacción presencial, sumando músicos y bailarines a la escena.  

 




 Del texto lineal al hipertexto: la mutación de la lectura

La lectura silenciosa y lineal, consolidada recién en el siglo XIX, está dejando de ser la práctica hegemónica. La digitalidad nos convirtió en lectores que saltan, recorren, expanden y reconfiguran sus trayectos de lectura.

Como explica Nicholas Burbules, el lector digital “hace conexiones dentro y a través de los textos… a veces estructuradas por el autor, pero a menudo por sí mismo” (Burbules en Hipermediaciones).

Aquí aparece una clave para analizar Danzas, Bailes y Costumbres: los QR integrados en sus páginas habilitan este desplazamiento hipertextual. El lector no termina la experiencia en el papel: la continúa en videos de chamamé, en registros de fiestas populares, en entrevistas o contenidos de redes.

La lectura, entonces, deja de ser lineal para ser hipertextual y multimodal.


La ecología de los medios y el libro como nodo en red

El semiólogo Carlos Scolari insiste en que la Web no debe pensarse como un medio más, sino como una mutación profunda del ecosistema cultural. Citando su análisis en Hipermediaciones:

“La Web … no es ‘un medio más’ … es un gran nicho dentro del ecosistema de medios … que … generó nuevas formas disruptivas de comunicación.”

Esto implica que el libro, como objeto cultural, ya no está aislado. Es un nodo que conecta con redes, videos, audios, plataformas.

En Danzas, Bailes y Costumbres, cada QR funciona como un puente entre lo impreso y lo digital. Lo que antes era un límite del papel hoy se convierte en expansión narrativa: ver un baile del litoral, acceder a una recopilación visual o a testimonios de la comunidad portadora, dejar comentarios en los redes sociales de la autora.... En fin, el tiempo ya no es estático es fluido entre el autor y el lector.


El libro transmedia: expansión y participación

Henry Jenkins define las narrativas transmedia como historias que se expanden por múltiples plataformas y que dependen de la participación activa de los usuarios.

Como dice Scolari, retomando esta idea, las narrativas transmedia operan bajo la fórmula: NT = canon + fandom.

El canon sería el libro impreso; el fandom, los contenidos que circulan en redes: videos caseros, versiones de bailes, comentarios, remixes, reacciones, indexaciones y resignificación de las danzas en cada contexto.

El libro hace algo inédito en esta área cultural: integra al lector–bailarín–usuario en un circuito vivo de producción cultural, invitándolo a interactuar, compartir y reinterpretar su patrimonio intangible. La invitación es a expandir la mirada tradicional del libro e integrarla con los nuevos formatos con los que a diario convivimos, la lectura se transforma en una exploración que dinamiza todos los sentidos. 



 El translector: un lector que baila entre pantallas

Carlos Scolari propone el concepto de translector para describir al nuevo lector multimodal. En sus palabras:

“un lector multimodal … debe dominar diferentes lenguajes … y ser capaz de procesar una narrativa que, como una serpiente, zigzaguea entre diferentes medios y plataformas.” (Carlos Scolari; Hipermediaciones)

Este lector no solo “lee”: también escucha, mira, comenta, produce, comparte.

Al abrir un QR del libro del litoral, el lector se vuelve produsuario (Bruns) o prosumidor (Toffler). Ya no consume pasivamente, se participa en la producción de sentidos.


Danzas, Bailes y Costumbres: una experiencia hipermedial del Litoral

Este libro usa los QR no como un adorno tecnológico, sino como parte de su propuesta comunicativa. Cada código abre puertas:



  • a un videoclip de danzas tradicionales,

  • a testimonios de pobladores,

  • a espacios de producción de sentido actuales del litoral,

  • a material complementario en redes,

  • a archivos audiovisuales que enriquecen la comprensión histórica.

  • a partituras

El libro se transforma en una experiencia transmedia, donde lo impreso y lo digital conviven en una obra que ya no es autosuficiente sino expansiva.

Como señala Scolari en Media Evolution, los nuevos formatos funcionan como “una máquina textual construida con fragmentos, imágenes y conceptos” que busca generar distanciamiento crítico frente a la ecosfera mediática.

Eso es exactamente lo que aquí sucede: el lector no se limita a la página; interactúa, compara, dialoga. El libro no se lee: se navega.

¿Se puede hablar de narrativas transmedia, ese translenguaje que nos envuelve?

Sí. El translenguaje en este contexto implica:

  • articular lenguajes distintos (texto + imagen + video + sonido),

  • integrar alfabetismos múltiples (digital, audiovisual, tradicional, corporal),

  • comprender que la narrativa sobre el litoral ya no es sólo discursiva, sino también sonora, performativa y visual.

La danza, como lenguaje corporal, encuentra en el hipertexto un modo de expandir sus sentidos más allá de la descripción escrita.

Conclusión: cuando el libro se vuelve red

Danzas, Bailes y Costumbres del Litoral Argentino es una obra de más de 300 páginas, que evoluciona complementándose con QR que son un extra: son un dispositivo que habilita el pasaje del lector clásico al translector contemporáneo.

En un mundo de mutaciones mediáticas, el libro deja de ser un objeto fijo y se convierte en un organismo vivo, abierto, conectado, de creación y recreación... un espacio democratizado.

De esta manera se propone, abordar el patrimonio cultural del litoral desde un lugar con nuevas mediaciones, que posibilitan otras lecturas pero preservan la riqueza del movimiento, cadencia y tradiciones de la región, dialogando, interactuando con el contenido de la obra.

Los invito a escuchar este Podcast para entender un poquito más sobre las evoluciones, cambios y resignificaciones de este nuevo lector con el que tenemos que interactuar. 

martes, 16 de mayo de 2023

 LA MUJER Y SU ROL EN LA DANZA LITORAL

Somos un poquito de muchas historias, formamos parte de entramados pasados que se imprimen desde el momento en que pisamos este mundo. Ese pasado que nos impregna y reimprime, se resignifica en cada persona con sus nuevos contextos pero siempre, con voz de profunda raíz que nos hace ser únicos. En esa retroalimentación con  quienes nos preceden pero también con quienes hoy forman parte de nuestro presente, se  forman nuestras experiencias de vida. Cuando bailamos, nos conectamos con esos saberes profundos que muchas veces desconocemos que nos habitan. Permanecen dormidos, esperando que la llave del arte les abra la puerta para expresarse, para incomodar, para romper estructuras impuestas y sobre todo, para llenar el espacio tiempo de significados.

¿Quiénes somos cuando bailamos?

Somos nosotras en el presente, trasfigurando nuestras experiencias y saberes innatos o naturalizados. O somos solo una proyección de la creación que un coreógrafo impone como maqueta, en la que nuestro cuerpo es sólo el instrumento para la exposición.

Desde mi punto de vista, somos una simbiosis de interculturalidad, donde todo es ganancia. Únicas e irreproducibles.
Somos un poco de la bisabuela Charrúa que en su mestizaje religioso para semana santa: ayunaba, tapaba los espejos, guardaba el silencio más profundo, vestía de negro, se ataba el largo pelo gris en un rodete y ventilaba las habitaciones sacudiendo las camas mientras rezaba el rosario porque había muerto “Jesús”.  
Somos un poco de la bisabuela tana, con sus incansables ganchillos de crochet que adornaban toda prenda y todo mueble que había en la casa. Su paciencia para observar el paso del tiempo en la quinta y en su enorme jardín. Su parra cargada de uvas y su capacidad de buscar ser útil para alguien, hasta el último momento.
Somos un poco de los relatos de la abuela suizo-francesa, sobre la llegada de sus padres en ese viaje interminable. Los desamores de alguna de sus 5 hermanas. Los  aromas de su cocina, mientras nos contaba cómo organizaban la comida para las fiestas familiares de 50 personas. Los pasos que marcaba bailando sola cuando sonaba en la radio un tango, o los saltitos al ritmo de algún chotis, o el vaivén en alguna mazurca que nos invitaba a marcar cuando ilustraba sus historias.
Somos un poco de las historias que nos contaban mirando fotos antiguas, reviviendo vidas ajenas con el condimento de alguna tardecita lluviosa de mates y tortas fritas.
Somos retazos de la creencia férrea en la abuela que nos curaba el empacho, el ojeo, el asoleo, las verrugas... y si, nos sanaba con palabras ininteligibles y algunas señales de la cruz.
Somos esos sabores, aromas, imágenes y colores ligados a las casas maternas. Somos parte de las complicidades de la tía o la amiga…  Somos esa sincretización, emergente y un tanto paganas.
Somos todo eso en un nuevo significado: la mujer en la danza del litoral, no es la de la figurita sonriente, sumisa y pasiva que nos han mostrado los libros de la tradición. La mujer de nuestros pagos es la misma que trabaja codo a codo junto al hombre desde los inicios.  Es la que por décadas poseyó los saberes culturales y fue la encargada de educarlos en su descendencia. Fue la autora de melodías, texturas, modas y palabras. Y nos dejó una herencia inconmensurable, confluente en un presente accesible para la reflexión.
Ese mensaje se decodifica en la danza, en nuestra manera de interpretar-nos en una escena artística creada para contar algo.  El saber que habita en nuestro interior, muchas veces suele ser ignorado para adaptarnos a los mandatos coreográficos que mimetizan los sentires. El arte nos da la posibilidad de mostrar y contar eso que nos hace ser irrepetibles. Es en el espacio de la recreación escénica donde deberían habitar libremente los saberes que no tienen explicación, que son herencia.
Deconstruir la danza de manual, la danza empaquetada, nos daría la posibilidad de llegar a encontrar la sabiduría heredada en los cuerpos, la libertad en la expresión artística guiada, pero respetando su inconmensurabilidad, esa que es sagrada y que posee el aura de lo único.
Hago un culto de la mujer en la danza litoral, aunque parezca algo que no está en discusión, es un aprendizaje que empezamos a transitar de a poco arriba de los escenarios. Dejar atrás los estereotipos, para pasar a buscar y mostrar lo natural de las relaciones en contexto: de la mujer y el hombre, de la mujer y su entorno.  Desmitificando posturas y naturalizando roles que se ven claramente en una bailanta-musiqueada rural, o debajo del escenario. La vida misma, es más escenificada y con más sentido que lo que muchas veces nos muestran en escena. Deconstruyamos, desmarquemos y desromanticemos nuestro folklore "de la danza tradicional", llenando de sentido los roles preestablecidos. El arte nació para hacer pensar e incomodar, la danza es un vehículo hermoso para interpelar al público y contarnos historias.


++

Claudia L. Garcia

domingo, 14 de mayo de 2023

El uso del pañuelo en redes 

Todo lo publicado en las redes para que puedas tenerlo completo, entrega 1, 2 y 3

En Facebook me encontrás: https://www.facebook.com/claudialgarcia74












miércoles, 26 de abril de 2023

EL PAÑUELO

LOS USOS EN EL LITORAL ARGENTINO

Podemos hablar de 3 tipos de usos principales del pañuelo para nuestra gente, indistintamente para ambos géneros. 

  • Elemento de trabajo 
  • Elemento de ornamentación o adorno personal 
  • Elemento simbólico: político ideológico o de fe en creencias  

Vamos primero a abordar las características que asume para el trabajo en el ámbito rural: 

  • Protección de la ropa: se lo ubica en triángulo abierto sobre el hombro o espalda; protección del cuello de la camisa o del sudor se lo usa doblado o plegado por dentro del cuello de la camisa.
  • Como protección del humo o polvo: atado en triángulo sobre la cara, cubriendo nariz y boca;  
  • Como protección del sol y el calor: se lo usa sobre la cabeza anudado en las cuatro puntas o doblado -a veces húmedo- debajo del sombrero. 
  • Los nudos: el nudo cuadrado se utilizaba generalmente en el momento de realizar trabajos, ya que se caracteriza por no desatarse fácilmente.  
  • En el caso de las mujeres el pañuelo sobre la cabeza se usa en triángulo y se ata sobre la nuca o debajo del mentón, cubriendo todo el pelo. 


Imágenes del libro "El Chamamé se Baila Así" de Garcia-Flores-Piñeyro (autor de los dibujos Miguel Meza)




En el caso de los usos como adorno, podemos observar:

  • Pañuelo extendido en triángulo abierto sobre los hombros, con diversos nudos o elementos de joyería para reemplazar el nudo. Estos pañuelos suelen tener bordados que son para lucir. 
  • Pañuelo abierto en triángulo utilizado por dentro de la camisa, con nudo hacia el frente 
  • Pañuelo utilizado en tubo o plegado con diversos nudos y en distintas posiciones de las puntas que en algunas regiones identifican el estado civil del hombre (ejemplo: nudo cuadrado: casado; nudo corbata o sencillo con las puntas hacia el frente, comprometido; nudo sencillo y puntas que caen sobre los hombros hacia atrás y hacia adelante o directamente hacia la espalda, soltero).  
  • Pañuelo para ser entregado como obsequio, casi siempre entre pretendientes, solían tener las iniciales bordadas. 
  • Pañuelo como adorno de bolsillo, ubicados sobre el pecho.
  • Nudos y pasa-pañuelos: los nudos que se utilizan para lucir el pañuelo son variados, también se ven  los pasa-pañuelos de 3 o 2 pasadas, o anillos directamente que casi siempre representaban un obsequio de una mujer o un compromiso. También se usan anillos propios que ya no entran en la mano.   



Imágenes del libro "El Chamamé se Baila Así" de Garcia-Flores-Piñeyro (autor de los dibujos Miguel Meza)





En cuanto al valor simbólico, va a estar relacionado a las ideologías o creencias personales, ligadas a emociones y posturas individuales en su relación con los demás en sociedad, es una manera de informar con la ropa sobre uno mismo y sus espacios innegociables. En este sentido observemos: 
  • Color relacionado a lo político: azul o rojo punzó en la época de unitarios y federales. Azul /celeste del Partido Liberal o el rojo del Partido Autonómico de Corrientes. Colorados y blancos (los colorados representaron los intereses de los grupos populares urbanos de Montevideo y de los inmigrantes, con una apertura a lo europeo; los blancos tenían su base en el medio rural (interior del Uruguay). Por solo nombrar algunos ejemplos.
  •  Color y creencias: rojo para el Gauchito Gil, Celeste para la virgen, amarillo o rojo en las festividades de San Baltazar.  diferentes así también se usaba con la pilcha dominguera. terratenientes). 





martes, 9 de marzo de 2021

Baile de Campo. Ballet Jeroky Poty

 En la zona rural del litoral argentino, se realizan aún hoy, los encuentros sociales y familiares durante el día. Estas maneras de sociabilizar, de festejarse y de reencontrarse con otros, suma una ritualidad que se va reproduciendo desde antaño. 

La organización de los que llegan, cómo llegan, la preparación del espacio físico, la comida para compartir, la elección de las vestimentas que suelen ser las mejores pilchas que se tienen para mostrar. El encuentro suele transcurrir durante el día para aprovechar la luz natural y poder llegar luego a una hora prudente a la casa, por los caminos que muchas veces son difíciles de transitar. Hay algunos relatos orales que cuentan que las familias a medida que se iban retirando por la tarde noche, se iban llevando los faroles o sol de noche, lo cual hacía que poco a poco la fiesta "se vaya apagando".   

Las letras de muchos de nuestros músicos, guardan este espacio al la reconstrucción de los relatos que hacen de "parche" a los huecos que deja la historia oficial documentada. La oralidad rellena esos espacios y va dando otra mirada a los hechos a través de las canciones, las danzas y las leyendas. Reconstruimos los pedazos de nuestro pasado que permanecen vivos en los nuevos contextos sociales, reactualizándose en cada encuentro.


 Baile de Campo

viernes, 5 de febrero de 2021

Ovejas, Esquila y Lana

LA LANA

 ¿Quién no oyó decir que los corderos del norte entrerriano son los más ricos? Que por las pasturas, que por esto y lo otro. En fín, los que vivimos en aquellas zonas comemos mucho cordero. Pero no es lo principal de nuestra región, por lo menos la explotación de la carne ovina, como sí lo fue hasta hace un tiempo, la lana. 

La extracción de la lana, generaba un gran movimiento económico y laboral, pues quién tenía las tijeras y los esquiladores; gente especialista en cortar cuidadosamente la lana sin lastimar a las ovejas, era muy requerido y daba mucho trabajo. Las cuadrillas llegaban a las casas de campo y se instalaban para realizar sus labores. Se acondicionaban unos galpones con catres y las mujeres de los hogares eran las encargadas de la cocina para esa familia extendida, cuyo albergue dependería de la cantidad de animales a esquilar. Muchos tenían sus propios cocineros (ese era otro escalón de organización). Los hombres de la casa se sumaban a la "esquila", con el ojo perspicaz del amo que cuida a sus animales y que apenas salidas del apriete, revisaban y curaban algún descuido de tijera. 

Los altos en la esquila eran el momento para la comida compartida, esos estofados cargados del campo que sólo un cuerpo acostumbrado soporta ingerir. Pues son tantas calorías juntas de una sola vez y sin frío exterior, que hay que estar preparado. 

Hay quienes cuentan que en las grandes estancias, el patrón o encargado de llevar adelante la esquila, se paseaba con unas chapitas de metal en el bolsillo, las que iba entregando al esquilador por cada oveja que terminaba. Así los más rápidos, cobraban más. Con los años, llegaron las máquinas esquiladoras, un cambio feroz que no solo alivianó el trabajo para los hombres, sino que lo aceleró en tiempo. La técnica dio lugar a la tecnología. Con esto se redujo mucho la cantidad de manos necesarias para las cuadrillas de trabajo, ya que ahora dependía de la cantidad de máquinas para operar.  

Pero me quiero detener en los tiempos en que la gente era necesaria en las labores rurales, esas que hacían que se compartiera el trabajo y se heredaran saberes. No es que esté en contra de los avances tecnológicos, pero muchos vinieron a expulsar la gente del campo y reducirlas a los cordones de las ciudades, donde sus saberes son casi inaplicables. Obligando a familias enteras a vivir en condiciones paupérrimas y fuera de "su lugar", donde sabe y conoce cómo trabajar. Se preguntaron alguna vez ¿Qué haríamos nosotros, acostumbrados a proveernos en el supermercado de todo, si nos dejaran solos en el campo?. 

Regresemos al pasado... "La pisada de la lana". ¡Qué momento!; esos vellones salidos del cuerpo de las ovejas, se trasladaban a unas estructuras que eran: un aro de hierro sobre 3 o 4 patas de 2 metros de altura (yo era chica, los veía como gigantes, puede que sean más bajos) y de ese aro se colgaba las bolsas de alpillera para ir apretujando la lana. El trabajo del pisador era un tanto engrasado, ya que pisaba la lana dentro de esa bolsa para que quede lo más compactada posible. Una vez llena, se soltaba de esa estructura circular y se la cosía con una aguja enorme. Las bolsas de alpillera que vemos,  cuidadosa y sabiamente acomodadas en la foto de portada, eran y son la culminación del trabajo.     

Sabiamente la gente sabía acomodar o estivar esas bolsas, que luego se trasladaban hasta el acopiador. La venta de lana ha sido una gran estrategia de trabajo y de sobrevivencia para nuestra gente de campo, siempre aportan al sustento familiar, entre tantas otras labores que practican los pequeños y medianos productores de nuestra tierra. Hoy y desde hace una año, la lana no tiene precio, quiere decir que todos la tienen guardada en sus casas porque nadie la quiere comprar. Me explicaba un conocedor del tema, que esta problemática es cíclica, pero como siempre afecta más a quien le representa una entrada de dinero familiar. Imaginemos tener 2 años un capital, por chiquito que sea, parado sin generar un centavo.

 Bueno, les dejo un recuerdo del ayer para pensar el presente.   

CG

martes, 2 de febrero de 2021

La Trilla. Imágenes del Pasado para pensar el presente.


 LA TRILLA


Hace unos años, una querida profesora de historia de Federal, Alicia Oviedo, me prestó un par de fotos de su familia. Entre esas imágenes geniales aparecía esta, de una trilla. 

Inmediatamente me puse a analizar los componentes de tan inmensa postal de época. El Trabajo del Campo siempre fue un lugar de encuentro y colaboración, esto aún existe en nuestras zonas rurales, donde los dueños de los campos se conocen, sus familias son vecinas, se cuidan entre ellos y colaboran en los trabajos que demandan manos extras. Esto que hoy aparece como extraño, en un mundo individualista y mercantilizado al extremo, era moneda corriente en el campo, en las zonas rurales principalmente de mi provincia de Entre Ríos y de las vecinas hay varias historias parecidas. 

Más allá de rescatar estas historias de otras épocas, pongamos especial atención en la cantidad de gente que se necesitaba para realizar una trilla o cosecha. 23 personas alcanzo a contar, entre algunos carretones tirados con tracción a sangre. Que lejos hemos quedado de esto, hoy una sola máquina y 2 o 3 personas, han reemplazado a toda esta mano de obra. No voy a entrar en los aspectos de medir qué pasó con esa gente que fue quedando fuera del sistema de trabajo del campo por el avance de la tecnificación, ni si fue malo o bueno. Sólo quería compartir y reflexionar juntos, lo que sucedía en estas juntadas de trabajo rural. Y en lo que eso generaba: el encuentro, la celebración y por supuesto la circulación laboral. 

Imágenes del pasado para evaluar nuestro presente. 

Claudia Garcia